viernes, 7 de diciembre de 2012

LOS BARRIOS CONFLICTIVOS

Ante el debate abierto sobre la crisis de algunos barrios degradados que existen en nuestras ciudades, recurriré al ardid de opinar sobre el problema en la casa del vecino, antes que la nuestra. Por eso, le ha tocado a Francia que tiene su peculiar conflictividad vecinal.

En esta ocasión, abordaré un problema que conozco de primera mano. En efecto, el 26 de marzo de 1991, se produjeron unos importantes disturbios en Sartrouville, una ciudad próxima a París. Ese día, un vigilante mató a un adolescente que acababa de robar una botella de whisky en  una cafetería. La barriada en la que vivía este joven, la “cité des Indes”, se sublevó.  Los altercados duraron varios días, desbordando ampliamente los límites territoriales del  barrio. Analizó la experiencia, Saadia Saali, una  joven que  en su día estuvo  fuertemente  implicada en los conflictos. Actualmente, es la responsable  de un servicio municipal de juventud de Pantin, otra ciudad muy próxima à Sartrouville, también de la periferia de París.  En su momento, comprendió que el objetivo principal tenía que ser que el asesino fuera juzgado.  Sin embargo, con un pequeño grupo de amigos, convencieron a los amotinados para que el combate se librara de otro modo. Pusieron en funcionamiento la Asociación Juvenil de Sartrouville (AJS) que sirvió para pacificar las relaciones entre los jóvenes y la policía.  Ante el miedo a los disturbios, todos los sectores de la sociedad local apoyaron los esfuerzos de la AJS para poner en marcha programas sociales,  de apoyo escolar, de alfabetización. Sin embargo,  cuando se logró la pacificación, la AJS ya no era necesaria políticamente. Ya no servía como bombero. Bien al contrario, el Ayuntamiento  inició su estrangulamiento.  Como reacción, la AJS se presentó con una lista propia a las siguientes elecciones municipales. Actualmente, la brecha entre el barrio amotinado en su día y el Ayuntamiento persiste.
Otro ejemplo de mala gestión de la crisis se planteó al año siguiente, en julio de 1992, en la provincia de Essonne. Casualmente, el inicio de los conflictos vuelve a coincidir con otros “pequeños errores” policiales. Ante el pánico generado en el Ministerio del Interior, el prefecto, órgano equivalente a nuestro subdelegado del Gobierno, recibe la orden de apagar los incendios a cualquier precio.  Valga este muestra de gestión de la crisis. En el barrio de “Hautes-Mardelles », en Brunoy, los lideres de los amotinados reciben una oferta de viajes vacacionales. Que duda cabe que esa oferta es acepada. Por lo tanto, el mensaje es evidente. La generación de jóvenes no violentos, con su discurso sobre la concordia y  las asociaciones de militantes comprometidos se ven desacreditados por los hechos; los más jóvenes obtienen muchos más éxitos si provocan daños materiales.  Es un axioma sencillo de entender.